Por: Yanina Muñoz
¿Y si te dijera que todo lo que deseás —una pareja sana, dinero que fluya, un lugar en el mundo— tiene un hilo invisible que te une a mamá?
Desde las constelaciones familiares, mamá no es solo nuestra madre. Es la puerta por la que llegamos a la vida.
Y con ella, también llega todo lo demás: la fuerza vital, el permiso para estar, para recibir, para amar, para avanzar.
Mamá es nuestro primer vínculo.
Ella es quien nos da el cuerpo y el primer “sí” a estar acá.
A través de ella, tomamos la vida tal como es.
Pero muchas veces, por dolor, juicio, abandono o rechazo, nos cerramos a mamá.
Y cuando eso sucede, también se interrumpe el flujo con la vida misma.
Porque no se puede tomar la vida sin tomar a quien la dio.
Cuando no podemos mirar a mamá con amor, o no logramos tomarla en el corazón tal como fue, se bloquea la energía que nos conecta con la abundancia, el gozo, el amor y la confianza.
A través de mamá también recibimos el permiso para amar.
Si mamá sufrió con papá, si se sintió sola, traicionada o desilusionada, muchas veces sin darnos cuenta, cargamos con esa historia.
Y sentimos internamente que amar a alguien diferente, vivir una historia propia, es traicionarla.
Como si tener una pareja distinta a la de ella nos separara de su amor.
Como si vivir con más plenitud fuera dejarla atrás.
“No me animo a amar si siento que eso la aleja de mí.”
Otro gran permiso que recibimos de mamá es el de tomar a papá.
Si ella no pudo reconciliarse con él en su corazón, es probable que heredemos su mirada: lo juzgamos, lo minimizamos o directamente lo excluimos.
Y cuando no podemos tomar al padre, perdemos también una gran fuerza interior.
Porque a través del padre nos conectamos con el mundo exterior, con la acción, con la capacidad de sostenernos y salir adelante.
Solo desde papá vamos hacia el mundo.

Y si no tomamos a papá, nos cuesta encontrar un lugar, definir nuestro propósito, crear trabajo, sostener el dinero, avanzar.
La abundancia no solo es esfuerzo o suerte.
Es también la consecuencia de estar alineados con la vida.
Y esa vida nos llega a través de mamá.
Cuando mamá —en lo visible o en lo invisible— nos dice:
“Sí, hij@. Te doy mi bendición. Tomá la vida. Hacé tu camino. Viví lo tuyo”,
entonces algo profundo se libera.
Y la vida comienza a fluir con más liviandad, con más apertura.
El dinero llega, el trabajo aparece, las oportunidades nos encuentran.
Porque cuando tomamos a mamá, tomamos la vida.
Y cuando tomamos la vida, tomamos todo lo que ella trae.
¿Podés mirar a tu mamá como la gran dadora de vida, más allá de su historia?
¿Sentís que tenés su permiso para amar, trabajar, vivir con alegría?
Si algo de esto resuena en vos, y querés trabajar tu vínculo con mamá para liberar el camino hacia tu pareja, tu lugar en el mundo o tu abundancia, te invito a participar de mi próximo taller de constelaciones familiares.
Acá más informacion sobre el taller presencial de Constelaciones Familiares
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